En sus 11 años, Trasto nunca había ido a la pelu fuera de casa. Durante un buen rato rechazó el contacto… pero acabó gruñendo de gustito con el masaje y regalándonos unos buenos lametones. Cuando llegamos al cepillado y secado estaba ya en su salsa, mirando por la ventana y disfrutando de los mimos 🙂